Lago Martiánez

En el pintoresco Puerto de la Cruz, en el norte de la cautivante isla de Tenerife, se alza el sublime complejo de ocio conocido como el Lago Martiánez. Este rincón paradisíaco, con vistas panorámicas hacia el mar y el majestuoso Teide, se erige como una obra maestra de belleza y entretenimiento. Sus instalaciones, que deslumbran a propios y extraños, presentan un gran lago artificial engalanado por piscinas de aguas esmeralda, jardines exuberantes, terrazas acogedoras y restaurantes con un encanto singular.

El Lago Martiánez es el legado creativo del icónico artista lanzaroteño, César Manrique, cuyo genio transformó el lugar en un paraíso acuático único. En los años setenta, Manrique ideó este impresionante complejo fusionando la arquitectura tradicional canaria con la flora autóctona. El resultado es un espacio cautivador que honra la identidad de la región mientras celebra la belleza natural que la rodea.

Este refugio de deleite ha sido reconocido como Bien de Interés Cultural con la categoría de Jardín Histórico. Aquí, las puertas del entretenimiento se abren para personas de todas las edades, extendiendo un cálido abrazo a las familias que buscan solaz junto al mar. El complejo se presenta como un auténtico paraíso acuático, con cuatro piscinas diseñadas para el disfrute de los adultos y tres piscinas adaptadas con ternura para los más pequeños.

El Lago Martiánez abraza a sus visitantes con zonas de reposo, alfombradas con hamacas y sombrillas, donde el sol acaricia la piel y el suave rumor de las aguas acaricia los oídos. Mientras el día avanza, las terrazas, kioscos y restaurantes ofrecen un festín de sabores y vistas espectaculares, invitando a sumergirse en una experiencia gastronómica inolvidable. Desde el año 2006, un toque de emoción se añade con un casino, invitando a los más aventureros a probar su suerte en un ambiente inigualable.

El Lago Martiánez, con sus piscinas que relucen como esmeraldas en medio del océano, es más que un complejo de ocio: es un refugio de serenidad y emoción, una oda a la creatividad humana y la majestuosidad de la naturaleza. Aquí, César Manrique pintó con maestría un lienzo acuático que cautiva los sentidos y se erige como una joya preciosa en el corazón de Tenerife.

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